Tenía que ver Dismaland con mis propios ojos, asegurarme salir desilusionada como prometido, pero así no ha sido. Visitar este «parque temático no apto para niños», la gran frustración made in Banksy, ha sido una verdadera experiencia antropológica. Me pareció que era una oportunidad única en la vida para visitar una instalación de estas proporciones con un elenco impresionante de artistas invitados de talla internacional, que solo podría verse en su formato original durante 5 semanas. Por lo tanto, compré el vuelo a Bristol sin saber si conseguiría entrada, imaginando acampar en la puerta durante tres días. Milagrosamente la mañana de antes conseguimos entrada y no fue necesario.Es más tanta fue mi agonía para no quedarme sin, que justamente conseguí entradas para fiesta de cierre (que valía mucho más de las 3 libras de entrada al parque, aunque igual de imposible de comprar), un evento llamado «masked ball», ya que había que acudir con rostro cubierto debido a que el mismo Banksy iba a estar presente. En este evento tocaron Pussy Riot, Kate Tempest, Letfield y otras bandas..y nada, lo flipé.
El parque se situaba en una especie de chiringuito abandonado, el Tropicana, un lugar lúgubre y perturbador donde convivían un castillo medio derruido, con furgones de policía, barcos cargados de inmigrantes y más de 50 obras de artistas contemporáneos de reconocido prestigio internacional, entre ellos Damien Hirst, Jenny Holzer y numerosas obras del mismo Banksy.
Justo en la entrada, había un control de seguridad llevado a cabo por una falsa policía con escáneres y cámaras de cartón (esa soy yo con mi antifaz).
El rollo anti disney se percibía nada más al entrar: los trabajadores del parque sostienían unos globos en los que se podía leer «soy un imbécil» y llevaban orejas de mickey mouse.
Había un castillo de la bella durmiente que se caía a pedazos y una Cenicienta (un claro homenaje a Lady D) fotografiada por paparazzi tras un accidente de carroza dentro del mismo.
Todos sus rincones eran puras críticas al consumismo, a los bancos, al maltrato animal y a las políticas migratorias.
No tenía desperdicio el photocall con el agujero del selfie o las Pussy Riot tocando dentro una jaula.
Solamente con las dos horas de autobus y el atasco para llegar a Weston Supermare desde Bristol causaron la desesperación prometida ya volver a la city en la madrugada ni te cuento.. una verdadera odisea, pero vaya, jamás lo olvidaré.
Me ha encantado tu blog pensé en ir pero desde Miami es complicado. Mi blog es pedrogalvan.com un abrazo