El Centro de Arte Contemporáneo (CAC) Málaga ha presentado este viernes la primera exposición individual (no hablaría exactamente de una retrospectiva) que se realiza en un museo español de la artista Marina Abramovic (Belgrado, 1946).
Siempre me he cuestionado como exponer el trabajo de una artista performer, los conceptos de identidad artística e individuo. Desde hace más de 40 años, Abramovic ha buscado la relación, la interacción, con el público. Más de dos mil personas han asistido a la inauguración de la exposición, compuesta por fotografías y vídeos de las diferentes etapas creativas de la artista, y un grupo de dibujos inéditos.
Pertenece a sus inicios, en la década de los setenta las fotografías Art must be beautiful, Artist must be beautiful, en la que aparece cepillándose el pelo de forma violenta, y Rhythm 10, consistente en darse cuchilladas entre los dedos de la mano, cambiando de cuchillos en cada corte.
También podemos apreciar algunas de las performances con Ulay, que fue su pareja sentimental. La obra Anima Mundi: Pietà, es una fotografía en la que la artista sostiene en brazos a Ulay y que representa uno de los temas de la iconografía cristiana: La Piedad. (Esta obra se encuentra también expuesta en la V Bienal de arte contemporáneo de Fundación ONCE, en Palacio de Cibeles en Madrid).
Sus últimos trabajo en solitario está centrado en el cuerpo y en la energía con trabajos como el tríptico The Artist is Present (2010/2013), realizada a partir de la performance en el MoMA en la que invitó a los espectadores a que se enfrentaran a su mirada en una de las salas de museo.